¿Alguna vez has sentido que las cosas no son como las imaginabas? ¿Que la vida que llevas no es la que realmente deseas?
Durante mucho tiempo viví corriendo contra el reloj, ocupada en mil responsabilidades y creyendo que estar siempre activa era lo más importante. Pero con los años entendí una verdad sencilla y poderosa: a veces soltar es ganar.
Aprender a dejar atrás lo que nos roba la paz —un trabajo, una situación o incluso una creencia— puede doler, pero trae consigo un regalo inmenso: tranquilidad.
Con el tiempo descubrí que los momentos más valiosos no se compran ni se guardan en un cajón. Una taza de té disfrutada con calma, un almuerzo en familia, una carcajada compartida… son tesoros que muchos no tienen y que, si no cuidamos, el ritmo acelerado de la vida nos puede arrebatar.
El tiempo no vuelve, y tarde o temprano, el cuerpo nos recuerda que no somos invencibles. Entonces surge la pregunta: ¿vale la pena correr tan aprisa?
“La verdadera riqueza está en la calma, la salud y la familia.”
Hoy creo que sí es importante tener metas y trabajar por ellas, pero también creo que la salud, la paz mental y la familia son igual o incluso más importantes. Aprender a tener paciencia, a disfrutar el proceso y a valorar lo simple, nos llena de paz interior.
Si estás leyendo esto, quizá sea porque necesitabas una pausa.
Porque al final, lo que nos llevamos no son las cosas que acumulamos, sino los momentos que realmente vivimos.
“No se trata de correr más rápido, sino de vivir más presente.”
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